"Al pasar por el Café Madagascar en numerosas ocasiones, siempre me llamó la atención su ambiente animado y la mezcla de lugareños y turistas. Situado en el corazón de la ciudad de Ibiza, este café con asador y aserrín, con su amplia terraza y mesas muy juntas bajo un generoso toldo, finalmente nos atrajo a mis amigos y a mí a un almuerzo improvisado. La innegable popularidad del café se extiende a todas las nacionalidades y está ocupado con grupos y familias en cualquier momento. El menú, más amplio que lo esperado, insinuaba una estrategia de cocina más dependiente de la eficiencia que de las herramientas culinarias artesanales. Microcomidas, ¿alguien?… Al elegir pizza, aguacate sobre pan tostado y una guarnición de pan y olioli, me preocupaba cumplir con los altos estándares de pizza de mis amigos estadounidenses. Para nuestra sorpresa colectiva, cada plato no sólo era sabroso sino también realmente agradable. La asequibilidad de nuestra comida añadió un toque agradable a la experiencia. Al principio el servicio parecía brusco, pero rápidamente se hizo evidente que se trataba simplemente del comportamiento sin filtros del camarero: una persona que, a pesar de la carga de trabajo, podía compartir fácilmente una risa o una sonrisa, ofreciendo respuestas sinceras y autocríticas ante cualquier contratiempo. Su dedicación y eficiencia fueron notables, y después del saludo aparentemente abrasivo, me acerqué a él a medida que avanzaba la comida, y aparentemente él a nosotros. Café Madagascar es un establecimiento sencillo y sin lujos. Sabiendo esto, los visitantes pueden establecer sus expectativas en consecuencia y es probable que se encuentren más que satisfechos con las bebidas, la comida, el servicio y los precios. Es un lugar donde el simple placer de cenar puede generar amistades inesperadas, lo que refuerza el papel inadvertido de la cafetería como un centro comunitario vibrante en la ciudad de Ibiza (si quieres un momento de tranquilidad, entra al final de la siesta)."
