"Lo buscábamos porque aparece en La ceguera del cangrejo , de Aléxis Ravelo. Entramos muy ilusionados, con la idea de tomar unas cañas y comer unas tapitas. Cogimos mesa. La camarera no era especialmente amable (aunque sí eficiente), y al ir a pedir la comida vimos que apenas les quedaba nada de lo que había en la carta. Al final fuimos al mostrador y elegimos de entre lo poco que todavía tenían (tollos y rabas de calamar), un poco decepcionados entre una cosa y otra, la verdad. La sopresa vino cuando llegaron los platos y además de ser generosos venían con guarnición y estaban buenísimos, al final con las dos tapas y las cañas salimos prácticamente almorzados. Por otra parte, la decoración es extraordinaria, es un maravilloso batiburrillo de aparejos de pesca, pinturas, fotografías, objetos antiguos reutilizados, etc. En resumen, lo que al principio parecía que iba a ser una y no más acabó siendo una grata experiencia, seguro que volveremos la próxima vez que estemos por Arrecife."